RomaEn la antigua Roma se llamó a esta práctica como fellare o irrumare o de las felatrices. Se considera que esta práctica fue habitual en el mundo romano por el hecho de que Marcial la citara en varias obras.
Los romanos ligaron el poder al sexo oral, creando roles dominantes y sumisos. Aunque el cunnilingus se consideraba una práctica sucia, gracias a algunas pintadas hechas en los baños públicos y a palabras talladas en las paredes, se sabe que algunos prostitutos masculinos esperaban en las esquinas de estos baños a mujeres que solicitaran sus servicios.
Practicar una felación o un cunnilingus, ya fuera un hombre o una mujer el ejecutor, lo convertía en culpable. Según la jerarquía romana de la degradación sexual, un hombre sospechoso de haber estimulado oralmente a una mujer se rebajaba más que uno que fuera penetrado por otro hombre. Se le imponía el estatus legal de infame, al mismo nivel que prostitutas, gladiadores y actores, lo cual le impedía votar y representarse a sí mismo ante un tribunal.
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