MI TRABAJO

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domingo, 16 de diciembre de 2012

HISTORIA DEL CALZADO. EL CALZADO EN ROMA

La Biblia, aparte de ser un texto sagrado esencial en la historia de la humanidad, tiene también una segunda lectura, más frívola si queremos verla así. Es aquella que hace referencia a la vida cotidiana de los judíos. De esta manera descubrimos que en la cultura hebrea el zapato tiene una gran fuerza simbólica. Cuando los judíos salieron de Egipto iban provistos, los más de ellos, de sandalias colgadas de sus hombros siempre que las circunstancias lo permitieran. En efecto, el zapato es un artículo de lujo y debe usarse como moderación para evitar su desgaste. De la misma manera que los egipcios, en cuyos templos los sacerdotes debían retirarse los zapatos; Moisés, unos 1300 años antes de Cristo, recibe el mandato divino de retirarse las sandalias en su presencia. La tradición exige que el acceso al templo de Jerusalén debe hacerse descalzo. Pero no solo en el templo, también en el hogar hebreo se ha de permanecer sin calzado, así como cuando se toma cualquier alimento. Es por eso por lo que probablemente Jesús, en su última cena, permaneció descalzo así como el resto de los doce Apóstoles. Los hebreos señalan también la propiedad de una cosa colocando sus sandalias sobre la misma. Y entregar un zapato es una manifestación de la mayor consideración hacia quien lo reciba, una muestra extrema de confianza. Siempre que se estuviera ante un personaje que mereciera respeto y alta consideración se debía de permanecer descalzo. Sin embargo, si una mujer retiraba o intentaba retirar el calzado a un hombre era una gran ofensa y lo marcaba de por vida, conociéndose desde entonces su hogar como la casa del descalzo (algo así como un calzonazos*). La noche de bodas venía precedida de un ceremonial que consistía en la entrega de un anillo por parte de la novia, mientras que el novio ofrecía una sandalia. Todo este ritual en torno al zapato se transmitió por contacto, cuando no participación, a las culturas árabes. Judíos y árabes no solo han convivido geográficamente en el mismo espacio físico sino también intelectual, hasta el punto de que solo su adscripción religiosa les diferencia. Eso es lo que entendemos. En Grecia era bastante frecuente caminar descalzo a diferencia de Roma, donde, como ya veremos, el uso del calzado marcaba clases sociales. Según Homero los griegos se servían del calzado desde los tiempos de Agamenón, pero es probable que solo lo utilizaran para la guerra. Como se se ve, en todos los tiempos la milicia ha sido precursora en el uso de accesorios que después se han popularizado. Los jóvenes espartanos tenían limitado su uso a las campañas bélicas y posteriormente se les permitió el uso también para la caza. Es probable que solo se tratara de una suela fijada al pie con sendas bandas de cuero, unas veces atadas al empeine, otras hasta la mitad de la pierna. En el interior de sus casas los griegos podían llevar una especie de botines llamados "coviopodes" . Las sandalias, entre los adultos, eran de uso generalizado en Esparta y recibían el nombre de "Lacónicas", por estar fabricadas en Laconia y eran en general de color rojo. Grecia presenta el primer zapato de autor de la historia: "el Alcibíades", un zapato que utilizaban los más sofisticados atenienses En Roma los esclavos carecían del derecho a ir calzados, de hecho, se les pintaban los pies de blanco para identificarles como tales y para significar además que se encontraban en venta. Ningún patricio ni ciudadano romano osaría caminar descalzo en la ciudad, aunque Tácito refiere que el austero Catón (Catón el Joven) y algún que otro eremita lo hacían de natural. El filosofo Platón, en Grecia, pensaba que los hombres debían caminar descalzos. Los romanos caminaban descalzos en el interior de sus casas, en público usaban el llamado "calceus", un zapato de color negro, a veces rojo e incluso escarlata y que cubría enteramente el pie. Se fijaba por delante, generalmente con un lazo o correa. "La solea" era una especie de sandalia cuya suela se recortaba sobre el molde de la planta del pie, con lo que probablemente no había ninguna que fuera igual; piezas únicas. Se sujeta con tiras de cuero, bien entre los dedos del pie o alrededor de la pierna. Virgilio, en la Eneida, hace alusión a este tipo de zapato. Permitía llevar buena parte del pie al descubierto, y aunque su uso fue frecuente, acabó por estar asociado a personas afectadas y amaneradas. Otro tipo de sandalias eran las llamadas "Crepida" (onomatopeya), así llamadas a causa del ruido que hacían muy parecido al de las actuales chanclas. Eran una variedad más popular de la solea y al alcance de las clases más modestas. "La gallica" era la bota de agua de los romanos, realizada de madera permitía deambular por terrenos húmedos y fangosos. De uso campestre, utilizar la gallica con la toga estaba prácticamente prohibido. Algo así como combinar calcetines blancos con un traje. El "pilecasium" era una suerte de polaina hasta media pierna, conocido también por zapato a la griega, fabricado con cuero blanco y al igual que en el antiguo Egipto, se consideraba como el zapato de los dioses. Los sacerdotes de la antigua Grecia y Roma lo llevaban en sus ceremonias religiosas. Ya dijimos que la tecnología militar ha ido a lo largo de la historia por delante de la civil. Los legionarios romanos usaban la "caliga" una especie de botín que dejaba el pie al descubierto en parte. Tenían la particularidad de que su suela estaba tachonada con el fin de facilitar la adherencia al terreno. Los soldados se referían a ella como "caliguti", de donde deriva el nombre del Emperador Caligula que bien puede decirse que debe su nombre a un zapato Pero el zapato no es solo un artículo de uso más o menos lujoso, las correas de una sandalia, por ejemplo, se convierten en un testimonio de alto contenido sentimental, como una reliquia cualquiera. Cuenta Suetonio que Lúculo, un patricio romano, pretendía congraciarse con el Emperador Claudio, y no encontró mejor forma que solicitar a Mesalina, la esposa de Claudio, que le hiciera el honor de permitir que la retirara los zapatos. Conociendo la fama de Mesalina no sabemos muy bien si Lúculo pretendía llegar al Emperador o se conformaba con los favores de Mesalina, como es más que probable. Fuera como fuese obtuvo el zapato de la Emperatriz como obsequio y lo llevaba a cualquier parte cual talismán o salvoconducto. Ovidio, ese cronista de la concupiscencia romana, aconsejaba a los amantes calzarse y descalzarse mutuamente en un ejercicio de extrema sensualidad. De la misma manera que los esclavos tenían prohibido el uso del calzado, las distintas variedades de este eran privativas de determinadas clases sociales. El Emperador por ejemplo, utilizaban el "campagus", parecidas a la Caliga. Llevaban estas piezas bordado el águila imperial y estaban adornadas con perlas preciosas. Al parecer Augusto, que era bajo de talla, exigía que estuvieran provistas de un tacón que disimulara en la medida de lo posible su escasa estatura.
http://www.lacasamundo.com/2012/11/judea-grecia-y-roma-historia-del.html
HE PUESTO ESTE ENLACE PORQUE ME PARECE DE LO MÁS INTERESANTE